Un rey trascendental para Extremadura

Publicado en el Diario HOY por CARLOS JAVIER SALGADO FUENTES

DOCTOR EN ESTADO DE DERECHO Y BUEN GOBIERNO POR LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA
Lunes, 23 agosto 2021.

El 15 de agosto se cumplieron 850 años del nacimiento de Alfonso IX, el monarca que arrebató a los almohades Cáceres, Mérida y Badajoz.

      Alfonso IX, por Miguel Ángel Salgado (2021)

El pasado domingo, 15 de agosto, se cumplieron 850 años del nacimiento del rey Alfonso IX de León, un monarca que marcó un antes y un después para Extremadura, al arrebatar a los almohades las tres principales ciudades de la región: Cáceres, Mérida y Badajoz, que pasaron de esta manera a formar parte de un reino cristiano, el de León, que ha dejado un importante poso cultural en tierras extremeñas.

Nacido en la ciudad de Zamora en el año 1171, Alfonso IX alcanzó el trono leonés en el año 1188, con apenas diecisiete años de edad, tras el fallecimiento en Benavente de su padre, el rey Fernando II de León, figura de importancia también para Extremadura, ya que llegó a tomar en 1166 y 1167 Alcántara, Cáceres, Trujillo y Montánchez (si bien fueron recuperadas menos de una década después por los almohades), creando la Orden de Santiago en la ciudad de Cáceres (entonces denominada de los Fratres de Cáceres).

Por su parte, las primeras veces que el futuro Alfonso IX pisó Extremadura era apenas un niño, estando documentados tres viajes a Coria entre 1180 y 1183 (así como otro en 1185) del pequeño Alfonso acompañando a su padre, con quien acudió, junto al grueso del ejército leonés, a intentar recuperar Cáceres en 1184, mientras la Corte leonesa se hallaba reunida en Ciudad Rodrigo, esperando unos resultados positivos que tras cuatro meses de asedio no llegaron.

Ya en el año 1188, tras el fallecimiento de Fernando II, Alfonso IX se disponía a heredar un Reino de León en una complicada coyuntura económica y con su madrastra, Urraca López de Haro, intentando boicotear su coronación, alegando que el matrimonio de Fernando II y Urraca de Portugal (del que nació Alfonso) había sido anulado por el Papa por ser primos segundos. Bien es cierto que, para dicha nulidad, fue clave que el oro ofrecido por la alianza Castilla-Inglaterra a Roma para anularlo (al no ver con buenos ojos castellanos e ingleses ese matrimonio por implicar la alianza entre León y Portugal) superaba al ofrecido por los leoneses para que el Papa avalase la continuidad del enlace.

A estas dificultades, Alfonso IX tuvo que añadir al coronarse que el reino leonés se hallaba en guerra abierta con los territorios colindantes, siendo especialmente virulento el conflicto con Castilla, que amenazaba sus fronteras orientales. Una difícil situación que motivó que convocase Cortes en abril de 1188, a las que por primera vez en la historia se convocó con voz y voto a representantes del pueblo llano elegidos por las principales ciudades y villas del Reino de León, caso de Coria, que envió representación a estas Cortes, reconocidas por la Unesco como Cuna del Parlamentarismo a nivel mundial.

De esta manera, se iniciaba el reinado de Alfonso IX, que en el proceso de la Reconquista tuvo que esperar a tomar Alcántara en 1213 para poder traspasar la línea del Tajo. Un hecho que implicó la posterior conversión en 1218 de la Orden de San Julián del Pereiro en Orden de Alcántara, fijando esta su sede en Alcántara por orden del propio Alfonso IX, y por cuya naturaleza propia del Reino de León recibió importantes territorios en la actual Extremadura con el avance del proceso de la Reconquista. Asimismo, también los recibió la otra orden leonesa, la de Santiago, llegando a tener en Llerena su sede el priorato de San Marcos de León o diócesis de León de Santiago, bajo el que se gobernaron hasta 1873 los territorios que poseía la Orden de Santiago en el antiguo Reino de León.

Por otro lado, con el paso de Alcántara ya desbloqueado, este monarca continuó con su avance hacia el sur, tomando en 1218 Alburquerque y en 1221 Valencia de Alcántara, lo que allanó el camino para la toma de Cáceres en 1229, que suponía la llave del entramado defensivo almohade en Extremadura, pasando tras ello a manos leonesas en 1230 Mérida, Badajoz, Montánchez u Olivenza.

En cuanto a su política interior, Alfonso IX buscó afianzar poblacionalmente la actual Extremadura, para lo cual otorgó fueros a Coria, Cáceres y Badajoz, reforzó la posición de Alcántara como sede de una orden, y creó el concejo de Galisteo, fortificándolo para asegurar el paso del río Jerte en dicho punto, sumándose a Granadilla como lugar estratégico para la defensa oriental del reino leonés.

Además, fuera de Extremadura, cabe destacar en el ámbito cultural la decisión de este monarca de crear en el año 1218 el Estudio General del Reino de León en Salamanca, que pasó a ser la principal institución educativa leonesa, y que con el reconocimiento de la universalidad de sus títulos por el Papa Alejandro IV en 1255 pasó a confirmarse como uno de los centros docentes más importantes de Europa, siendo actualmente la Universidad de Salamanca la más antigua de España.

Finalmente, Alfonso IX falleció el 24 de septiembre de 1230 en la localidad gallega en Sarria, con 59 años, en plena peregrinación a Santiago para agradecer al apóstol la exitosa campaña de Extremadura. En todo caso, ocho siglos y medio después de su nacimiento, resulta innegable la importancia que tuvo su figura para diversas localidades extremeñas y, especialmente, para el posterior desarrollo de Cáceres y Badajoz, las dos capitales provinciales y principales ciudades de la región, que tienen dedicadas respectivamente una estatua y un mural de azulejos en honor a la figura de este monarca nacido hace 850 años.

 

Presentación de la novela «Indomables», de Jacinto Marabel

Presentación de la novela «Indomables», de Jacinto Marabel

Tremenda asistencia de público en el claustro de la catedral, ante el mausoleo del General Menacho, para presenciar la estupenda presentación del libro de historia novelada en la que se narra la biografía del Héroe de Badajoz imbricada en la apasionante época de la historia de España en que le tocó vivir.

Dos «menachólogos» de gran calibre mano a mano, Álvaro Meléndez, presentador, y Jacinto J. Marabel, autor de la obra, dos grandes valores de la Asociación Alfonso IX.

Todas las existencias del libro que aportó la Fundación CB se quedaron cortas ante la avalancha de solicitudes. Esperamos que se puedan conseguir más existencias o, en su defecto, una urgente 2ª edición, por favor…

Badajoz, 19 de marzo de 1230

Artículo de opinión de Fernando Ortiz, miembro de la Asociación Alfonso IX con ocasión del aniversario de la toma de Badajoz por las tropas del Rey Alfonso IX de León. Publicado en el diario HOY de Badajoz el 21 de marzo de 2019.

 


Los habitantes de las alquerías y poblados de la vega del Guadiana habían visto marchar hacía días a las tropas del gobernador de Badajoz en dirección a Mérida, para unirse a las del emir Ibn-Hud al-Mutawakkil, que se aprestaba a defenderla del potente ejército del leonés Alfonso IX, quien a finales de febrero de 1230, marchaba sobre el valle del Guadiana tras haber incorporado a su reino la ciudad de Cáceres el año anterior.

Dicen que el ejército del emir era inmenso, de unos 80.000 hombres, pero no había llegado a tiempo de impedir que los leoneses, con las huestes zamoranas y los caballeros de Alcántara al frente, asaltaran la ciudad por el puente romano y se hicieran con su control a principios de marzo.

El día 15, en las cercanías de Alange tuvo lugar una gran batalla, y los pocos jinetes que pudieron escapar y galopaban ahora en sus ensangrentados caballos para acogerse tras las imponentes murallas de Badajoz, decían que la mayoría de los guerreros musulmanes habían muerto en la terrible persecución que se desencadenó una vez que sus líneas cedieron ante el empuje cristiano, y el mismo Ibn Hud había resultado herido.

Los pobladores de la vega ya habían sufrido a los leoneses hacia cuatro años, en una de sus correrías en las que asaltaban y saqueaban rápidamente cuanto encontraban a su paso, pero ahora era distinto. El ejército que lideraba el anciano rey Alfonso avanzaba tranquilamente, casi como en un paseo triunfal, consciente de su superioridad y de que no quedaban enemigos de entidad entre ellos y Badajoz.

A las tropas del rey, con sus estandartes blancos con leones granates, seguían las cruces de colores de las diversas órdenes de caballería: el Temple, Santiago, Alcántara. las mesnadas de los obispos de Santiago, Oviedo, León, Zamora y Coria, e incluso mesnadas concejiles. Nada quedaba ya de las orgullosas banderas negras de Ibn Hud.

Los refugiados entraban precipitadamente por las puertas de la ciudad musulmana, que estaban abiertas de par en par, pero no encontraban la tranquilidad que esperaban, más bien lo contrario. La impresionante fortaleza no se aprestaba a la defensa. El escaso número de tropas que había dejado el confiado gobernador no alcanzaba ni para cubrir el extenso perímetro amurallado, y no se habían almacenado víveres para hacer frente a un asedio. Por este motivo, y ante el griterío desesperado de la población, el lugarteniente al mando de las tropas de la alcazaba descendió a caballo con su escolta del cerro de la Muela, al encuentro de la vanguardia leonesa y solicitó parlamentar con D. Alfonso: Badajoz sería suya si respetaba las vidas y haciendas de sus moradores, que pasaban a ser súbditos del rey de León.

Alfonso IX entraba al frente de sus tropas en la alcazaba, llegando hasta la mezquita del palacio del gobernador, que sería a partir de ahora la catedral. Corría el 19 de marzo de 1230, día de nuestro señor San José.

Publicado originalmente en el Diario HOY de Badajoz el 21 de marzo de 2019